Capítulo II: Una promesa de maldición

El último hijo de la humanidad

Capítulo II: Una promesa de maldición
La paz y la alegría llegaron a todo el mundo, una sensación de seguridad rodeaba al planeta. Los años pasaron y todo transcurrió normalmente, la corporación se había encargado de administrar los recursos del planeta. La atención medica se había vuelto innecesaria ya que con la promesa dentro de cada uno, las enfermedades se habían extinto, pero no todo estaba dicho. La corporación comenzaba a extrañar, los tiempos en que el mundo era su esclavo, su plan aun no había terminado y pronto comenzaría la segunda fase.
La gente llevaba una buena vida, pero con el pasar del tiempo notaron algo extraño, nadie había visto en mucho tiempo a un niño y por supuesto nadie había tenido uno. Los pocos médicos que habían llegado a esta época habían descubierto que las dosis de la promesa no solo los habían vuelto inmortales, sino que también le restaron las habilidades de regeneración y multiplicación celular. Si bien la gente no envejecía tampoco podía sanar cualquier herida que tuviese en el cuerpo, esto implicaba que tampoco tuviesen hijos.
La investigación realizada fue descubierta y destruida por la corporación. Acabaron con todo rastro de los informes y las personas relacionadas a la verdad sobre la promesa. Pero solo obtuvieron un plazo de unos pocos años más para sus planes.
Los años pasaron y las enfermedades aparecieron de nuevo, pero esta vez había algo diferente. No importaba cual fuese la región del cuerpo afectada por las enfermedades, nadie podía morir, no importaba cuanto sufrimiento pasaba una persona seguía viviendo consciente de su sufrimiento.
Las protestas no se hicieron esperar, la gente masivamente se comenzó a agolpar contra la corporación amenazando con un nuevo caos mundial. Una nueva promesa surgió, pero esta vez serian dosis permanentes a cambio de un trabajo permanente, una esclavitud voluntaria hacia los que se habían convertido en dueños del mundo.
La mayoría de la gente se opuso y comenzaron a atacar las instalaciones de sus opresores. Quienes previendo el acontecimiento, desenmascararon sus verdaderas intenciones. Rápidamente salieron a la calle un ejército de hombres diferentes, mejorados con habilidades sobrehumanas, personas que habían accedido a vender sus almas a cambio de una vida llena de lujo, la gente los llama meta humanos. La gente lucho por la justicia, pero todos eran rastreados gracias a los chips que tenían implantados, cuando se dieron cuenta de eso se los quitaron. Pero no era fácil escapar de la corporación, sus planes estaban planeados desde hace mucho tiempo.
La gente se ocultaba en las ruinas del antiguo mundo, ciudades abandonadas y destruidas. La población mundial era reducida por lo que huir era fácil. Hubo un periodo de tiempo en el que se desataron guerras por la libertad de la gente pero pronto cesaron. La corporación era astuta y había creado virus y enfermedades contagiosas y que produzcan dolores inimaginables. Estas enfermedades se transmitían por el aire, contagiando a la resistencia, incapacitándolos para el combate.
El sufrimiento invadía a cada habitante del planeta. La corporación volvió a hacer la propuesta al mundo, cada semana una dosis nueva, cada semana una enfermedad nueva, un trabajo eterno: servir a los autoproclamados dueños del mundo y todos sus habitantes. Los que accedían al trabajo deberían portar una vez más el chip.
Solo entonces fue cuando la gente se dio cuenta de que habían luchado y trabajado por un pasaporte al infierno. Un infierno físico y lleno de sufrimiento.
Algunos se resignaron a ser esclavos de la corporación, otros prefieren luchar a pesar de su sufrimiento pero la mayoría tomo otra decisión, una decisión que más tarde lamentarían.
La mayoría al saber de esto vieron su existencia como una maldición y una ola de suicidios invadió al mundo. La gente buscaba formas de acabar con su sufrimiento, pero lo único que hacían era aumentarlo. Trataban de acabar con su cuerpo, lo destruían de incontables formas, pero nada, nada podía hacer que dejaran este mundo, la gente que hizo esto con el pasar del tiempo enloqueció y hoy vagan por las calles, buscando una forma de calmar su sufrimiento, sus mentes se han ido pero ellos siguen ahí, atrapados en su decisión. Pareciera ser que están vivos pero hace largo tiempo murieron, ya no son humanos, su apariencia se asemeja a la humana pero simplemente ahora son muertos en vida. Sus acciones son violentas e incoherentes, tratan de aliviar su sufrimiento causándolo a otras personas. Nadie se atreve a entrar en sus dominios, luchar contra ellos es solo una pérdida de tiempo, nunca podrás acabar con el sufrimiento que ellos eligieron, nunca podrás hacer que descansen en paz.
La esperanza se extinguió de las personas, un mundo oscuro es su legado, el futuro se ha acabado, el presente se ha vuelto eterno, un pasado inmemorable los acompaña, un solo deseo invade su alma, de que algún día alguien acabe con su existencia desdichada.
Autor: Andrés Zaracho

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