En los mares de la eternidad he surcado en
busca de la verdad. Mi alma no podía descansar al no saber cuál era mi
propósito, no tenía una meta en el mundo donde había sido concebido. Desde
lejos veía como mis semejantes desperdiciaban su tiempo en mentiras, en un
mundo propio que ellos habían creado para callar la pregunta que invadía su
alma. Con cada día que pasaba creaban nuevas distracciones, se imponían un propósito
falso que les mantenía ocupados.
Crearon
sus propias reglas, todos éramos obligados a aceptarlas, a jugar un juego que
ellos llamaban vida, a entretenerte en tu corta existencia con competencias.
Algunas útiles en verdad, pero otras no eran más que un simple engaño con el
cual sobrevivían. Les enseñaron a nunca preguntarse el porqué de su existencia,
a no descubrir el verdadero significado de la vida, a simplemente aceptar todo
lo que se le decía, a nunca buscar la verdad. Siempre con la mente corta, incapaces
de aceptar su mundo, solo viendo lo que les rodea, solo observando lo que su
vista les deja.
Una
verdad he encontrado, un camino por seguir, las respuestas que quieres no las
tiene pero las que necesitas sí.
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