El Último hijo de la humanidad
Capítulo IV: Una vida
gris
Había pasado tres meses
desde La Retribución, el cielo se había vuelto gris, la luz del sol apenas traspasaba
la atmosfera y la temperatura bajo considerablemente. Sairo permaneció dos
semanas inconsciente hasta despertar. Algo había pasado con el ya que no era el
mismo de siempre. Esto lo había notado Gabriel, quien se preocupaba bastante
por la situación. Con el pasar de los días Gabriel noto que ya no presentaba la
habilidad que lo había preocupado, Sairo se había vuelto un niño común aunque seguía
con sus mismos hábitos de siempre, todos los días se sentaba a leer algo. La
gente estaba aun mas desesperanzada que antes del suceso, corría información sobre
las "afortunadas" personas que habían sido víctimas del ataque, la
mitad del mundo había sucumbido ante los efectos de la radiacion y por lo tanto
el cáncer, los no muertos se habían multiplicado grandemente. Los lugares bombardeados
se volvieron inhabitables, desolados y contaminados, ningún movimiento, ninguna
señal de vida se podía notar a lo lejos.
Gabriel se encontraba
reparando los desperfectos ocasionados a los aparatos electrónicos por el
bombardeo cuando pudo apreciar una sombra que venía a lo lejos. Alertaron a los
habitantes más próximos para que se preparen contra un posible ataque. La silueta
se acercaba cada vez más, no poseía la apariencia de un metahumano, ni siquiera
tria el uniforme de la Corporación, llevaba encima una capa lo que dificultaba su
identificación. Gabriel se acerco lentamente armado con un viejo rifle de caza
a ver de quien se podría tratar.
-¿Gabriel eres tú?-
pregunto la persona antes de caer desvanecido en medio de la calle
- ¿Quién eres tú?- dijo
Gabriel al mismo tiempo que se agachaba a identificar de que persona se
trataba. Su sorpresa fue tan grande que casi se desmaya, tuvo que sostenerse
con sus manos para no caer por el asombro.
- ¡Rápido vengan a
ayudar!, le grito a Marcos y a un grupo de personas que se encontraban allí,
quienes de inmediato respondieron al llamado.
- ¿Quien es Gabriel?, ¿algún
conocido tuyo?- pregunto Marcos de una manera rápida.
- No estoy seguro, vamos llevémoslo
adentro.
Se trataba de una mujer,
para ser más preciso una chica joven que no debería pasar los 20 años de edad.
La llevaron adentro de la biblioteca y la recostaron en un sillón que se
encontraba ahí.
- ¿Acaso se trata de
Mirelia?- pregunto Marcos confundido por lo que estaba pasando.
- Es ella si es que mis
ojos no me están engañando, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la
vi. Ahora se ha convertido en una mujer.
Gabriel reviso su muñeca
derecha solo para encontrar el vendaje en su lugar. Ella también había aceptado
la promesa.
- Por todos los santos, será
que tus padres te obligaron a aceptar esa atrocidad, han sellado tu vida con un
sufrimiento enorme- dijo .Gabriel con una voz entristecida
- Vamos Gabriel no todo está
perdido, déjala descansar un momento, no presenta signos de deshidratación o de
intoxicación por radiacion. Solamente es cansancio en unos días podrá levantarse
y llevar una vida normal.
- ¿Pero que ha pasado con
su familia y sus padres?, se supone que el ataque nuclear debió acabar con
todas las instalaciones de la Corporación.
- Eso podrás averiguar
dentro de unos días cundo ella misma te lo cuente, hasta entonces tiene que
descansar, sabes creo que el mundo será mejor ahora que La Corporación se ha
ido, solamente tenemos que esperar hasta que todo esto de el invierno nuclear
cese, solo serán unos años espero que no surja nada inesperado.
- Mirelia... ¿para que
has vuelto?
A unos cientos de kilómetros
se encontraba el único testigo que sobrevivió al ataque kamikaze, se encontraba
en un ciudad abandonada, había estado escapando de unos seres incansables e
implacables, tenían muchos nombres, pero el simplemente los llamaba por su condición,
eran los "No muertos", personas que habían perdido el razonamiento a
causa del dolor que sentían.
Manuel había estado
huyendo de ellos hace dos meses, ahora se encontraba acorralado en un edificio.
La comida se le había terminado, así como sus municiones y un escape se le hacía
imposible.
- Estúpidos cuerpos
ambulantes, no me dejan salir de aquí dentro de poco me abre convertido en uno
de ellos- se decía así mismo mientras observaba desde lo alto del edificio.
Las horas pasaban y
Manuel cada vez más se resignaba a su pronto destino.
- Al menos acabe con los
productores de este infierno, al menos yo puedo celebrar.
La vida había perdido su
significado para él, ya que lo único que lo impulsaba a seguir viviendo era
devolver el mal que le habían hecho sus antiguos Empleadores.
- Fue bueno mientras duro-
se dijo así mismo mientras caminaba hacia el borde del edificio- me hubiera
gustado que estuvieses aquí para verlo- dijo mientras sacaba una foto de su
bolsillo, era de una mujer de cabello castaño, no debería pasar los 30 años; estaba firmada con un nombre "María",
había sido su esposa, quien se había suicidado un año después de concederse La
Promesa- la pesadilla está terminando solo es una cuestión de tiempo, era lo
que tu querías que el mundo sea como antes pero yo no estaré aquí para verlo,
pronto nos encontraremos, me convertiré en uno de ustedes...
Se preparo para lanzarse
desde el último piso, cerró los ojos y se inclino hacia el vacio, cuando de
repente un ruido le llamo la atención, rápidamente se tiro al piso y se asomo
para ver qué era lo que estaba ocurriendo. Vio acercarse un gran número de vehículos,
en frente iban unos buses, seguidos por tráileres que llevaban conteiners,
todos eran blancos y tenían unas palabras "Meta Corp.".
- Con que así es el
destino- sin creer lo que estaba viendo dijo: "hierba mala nunca muere"
bueno eso lo veremos ahora, al parecer la explosión les afecto la cabeza ya que
nadie sobrevive a los no muertos
Hicieron sonar sus
bocinas y el grupo de no muertos se agolpo rápidamente a su alrededor tratando
de acabar con ellos, eran rápidos y violentos, sus cuerpos estaban mutilados
pero eso no les impedía abalanzarse sobre los vehículos.
Los buses se abrieron y
lentamente comenzaron a bajar hombres con trajes blancos y mascaras anti
radiación, armados con rifles. Disparaban a sus agresores, pero no eran
municiones normales. Manuel quedo un poco confundido por la escena, pero al
pasar el tiempo noto lo que estaba pasando, no estaban defendiéndose de los no
muertos, ellos no querían abrirse camino a través de ellos, sino que los
estaban capturando. Sus armas disparaban dardos sedantes que no eran tan
efectivos contra los no muertos pero entorpecía sus movimientos, lentamente los
subían a los contenedores.
Cuando ya no hubo ninguno
que recoger volvieron a sus vehículos y comenzaron a retirarse. Todo esto
llenaba de interrogantes la cabeza de Manuel quien se preguntaba de que les serviría
aquellos seres errantes a la Corporación, y como es que había sobrevivido su
principal enemigo después de su ataque aplastante. La vida de sus amigos se había
perdido en vano, la resistencia había sido completamente disolvía por sus
propios miembros, muchos de ellos habían celebrado su victoria por adelantado, llevándose
el premio mas anhelado de este tiempo "la muerte".
Quedo paralizado por un
momento hasta que recobro la razón. Ahora tenia de nuevo un propósito para
vivir, pero más que eso ahora él era el encargado de una gran tarea, seguir
contra la lucha de los opresores de este mundo.
- Aunque cueste una
eternidad los hare pagar por todo lo que han hecho- se puso de pie y tomo sus
cosas apresurándose a seguir con su camino.
Los días pasaron y
Mirelia aun no despertaba, pronto cometaria el invierno y la temperatura bajaría
aun mas. Gabriel se encontraba en su escritorio haciendo lo único que sabía
hacer: su trabajo. Sairo seguía con su hábito de leer, todo lo que se encontraba
ahí lo leía. Se había estado preguntando quien era aquella mujer que desde hacía
una semana se encontraba con ellos. Al terminar de leer uno de sus libros fue silenciosamente
hacia la habitación donde Mirelia se encontraba para observar más de cerca a la
chica. Se arrimo por la cabecera de la cama lentamente, cuando de repente
Mirelia despierta y le pregunta:
- ¿Quién eres tú?- al oírla
Sairo sale corriendo de la habitación, va junto con su padre para comentarle lo
ocurrido. Gabriel una vez enterado de lo sucedido va deprisa a la habitación a
ver lo si era verdad. Al llegar encuentra a Mirelia sentada en la cama, aun sin
recordar lo que había pasado.
- ha pasado mucho tiempo
desde la última vez que hable contigo- dijo Mirelia a Gabriel a la vez que se
acercaba a él para darle un abrazo.
- ¿Pero cómo es posible?-
Gabriel no pudo contener las lagrimas.
- Tengo muchas cosas que
contarte.- dijo preocupada
- Lo sé, pero primero
tienes que comer algo.
Los días pasaron y se
convirtieron en semanas y las semanas en meses. Mirelia se había recuperado
completamente. Pero no todo estaba claro para ella por lo que un día decidió
volver del lugar donde había venido. Regreso después de un par de meses sin
respuesta alguna, por lo que planeo otro viaje.
Esto se hizo una costumbre
para ella y los demás, no se quedaba más de tres meses en un lugar.
Los años fueron pasando, una
sensación de calma invadía el mundo. Sus habitantes desconocían que sus opresores
se levantaban lentamente de las cenizas con un plan que se había iniciado.
Solamente una persona lo sabía, quien había formado un pequeño grupo, incomparable
con el número de la antigua resistencia pero con un líder dispuesto a luchar hasta
su último aliento.
Autor: Andrés Zaracho
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