Una ciudad llena de rascacielos es iluminada por un extraño firmamento que desprendía un débil resplandor haciendo resaltar la penumbra generada por las colosales edificaciones. En una avenida central se encontraba una multitud de seres de aspecto retorcido compuestos por cuerpos humanos y extrañas extremidades largas y de color negro que le daban un andar sigilosos y rápido.
Un automóvil robusto estaba en frente a la agrupación de seres, en su interior una mujer al volante lloraba con una mirada de frustración e impotencia, acompañándola un hombre moreno con una mirada perdida en dirección a la multitud que se les oponía y amenazaba con un destino menos alentador que la muerte.
El silencioso y tosco avance de los entes hizo reaccionar a Sánchez, quien retomando la conciencia comenzó a disparar contra las cosas que se acercaban:
-¡No es momento de llorar! -Sánchez grita intentando hacer que la mujer reaccione -No te quedes esperando a que vengan por ti... ¡pisa a fondo el condenado acelerador y arrolla a esas cosas!
-¡No entiendes nada! No importa a cuántas logre chocar con el automóvil, vamos a morir de igual forma...
-Deja de pensar en el futuro y concéntrate en el presente, no vamos a llegar a ningún lado si ya decidiste que estamos muertos...
A pesar de las palabras de Sánchez la mujer sigue sin reaccionar y solo se limita a llorar con la mirada hacia abajo, intentando ahogar sus gritos. Al ver que el estado de la mujer no cambiaba y las criaturas se acercaban dejándolos sin opciones para escapar, Sánchez baja del vehículo con una mirada desafiante dando disparos contra las criaturas que se acercaban al mismo tiempo que llegaba al lado de la puerta del conductor. Abriendo la puerta, toma a la mujer y la tira hacia el asiento del acompañante para luego subir en el lugar del conductor y darle las armas a la mujer:
-¡Haz algo útil y intenta disparar! Luego habrá tiempo para llorar y lamentarse... Hoy no es el día que me toca estirar la pata -Sánchez sonríe de manera forzada y aprieta el acelerador a fondo, para luego girar en la dirección contraria.
El automóvil va zigsagueando por la calle a la vez que esquiva las largas extremidades de las criaturas que son incapaces de detener el vehículo a pesar de su superioridad numérica, la mujer por su parte miraba con una expresión perdida y la mirada vacía hacia Sánchez que tenía la mirada clavada en el camino y hacía movimientos bruscos usando el volante con el freno.
El ejército de criaturas perseguían de manera insistente al coche y los esfuerzos de Sánchez por dejarlos atrás eran inútiles. Al aproximarse al extremo de la ciudad pueden apreciar que la multitud de engendros habían estado rodeándolos en vez de perseguirlos, todas las calles en los alrededores del automóvil se encontraban atestadas de multitudes incontables de seres, quienes se habían detenido repentinamente como si estuvieran pendientes de las acciones futuras de Sánchez. Al verse sin escape Sánchez frena para quedarse en el cruce de la avenida central.
Docenas de automóviles destrozados, escombros de todos los tamaños bloqueaban parcialmente las calles, sumado ahora a las miles de criaturas que habían aparecido de la nada bloqueando todos los caminos transitables posibles.
La escena parecía haberse detenido en el tiempo ya que ni Sánchez, ni la mujer o las criaturas reaccionaron durante unos minutos en los cuales el rostro de Sánchez se mantenía inexpresivo, la mujer en cambio seguía llorando en silencio, acurrucada en el lugar del acompañante.
-¡Me lleva la fregada, la tía de las muchachas, la tiznada, la tostada, la trampa, el tren, la tristeza, la trompada...! -Sánchez grita lo más fuerte que puede haciendo que la mujer se sobresalte.
-Te lo dije... -La mujer dice en voz baja -Vamos a morir... no debiste haber encendido la electricidad en el edificio... ¡Todo es por tu culpa!
-No empieces con eso ahora... además fuiste tu la que me disparó primero -Sánchez hace una pausa intentando pensar una forma de escapar -La neta no quiero morir... pero no dan una pinche oportunidad para escapar... ¡¿Porqué la vida tiene que ser tan dura?! -Al decir esto Sánchez comienza a golpear el volante haciendo sonar el claxon del vehículo.
El eco del sonido producía una extraña sinfonía que se podía escuchar en toda la ciudad, las criaturas al escuchar el sonido se retorcían de una manera extravagante sin avanzar hacia sus victimas.
El tiempo siguió corriendo, Sánchez ya se había cansado de golpear el coche, la mujer estaba en un estado de shock con la mirada perdida hacia el piso, abrazando sus rodillas cuando las criaturas comenzaron a avanzar lentamente desde todas las direcciones.
Sánchez al ver esto toma su rifle, presiona el acelerador y gira hacia donde le parecía que había menos criaturas. Comienza a disparar intentando abrirse paso para avanzar, los disparos no son muy efectivos por lo que el vehículo comienza a chocar contra las patas de las criaturas quienes no parecen ser afectadas por ello. El automóvil disminuye su velocidad a causa de los continuos impactos hasta detenerse. Sánchez al ver que su rifle se había quedado sin balas le arrebata de las manos las pistolas a la mujer que seguía sin reaccionar. Las criaturas comenzaron a escupir una especie de baba negra y pegajosa intentando con golpes de sus patas abrirse paso hacia las personas en el carro. Sánchez continuó disparando evitando lo más que pudo que las criaturas se aceraran al vehículo hasta que se le acabaron las balas. Entonces sacando una navaja de sus bolsillos dice:
-Recuerdáme como el hombre que nunca conociste, que siempre cumplía con sus amenazas, como aquel que luchó hasta el final.
-¿Te volviste loco...? -La mujer sale de su trance para decir esas palabras.
Sánchez se predispone a salir cuando se escuchan una serie de explosiones acercándose a ellos, luego los acompañan disparos que van disipando a la multitud de criaturas.
Leandro y Jey aparecen gritando a lo lejos, Sánchez sin perder el tiempo avanza acelerando hacia ellos.
El automóvil se detiene en frente de los dos salvadores, quienes disparan en contra de la multitud sin pausas con sus rifles de asalto llegando a derribar a unos cuantos para luego arrojar unos bolsos al interior del vehículo.
-Habías dicho que ibas a por un coche, no que ibas a acarrear arañas zombies -Leandro dice de forma seria a la vez que abre la puerta del automóvil para subir.
-Faltan 5 minutos para que la manecilla corta llegue al 2 -Sánchez responde.
-Dejen de hablar y larguémonos de esta ciudad -Jey contesta balbuceando de forma rara.
-A sus ordenes don tizo -Sánchez responde a la vez que presiona el acelerador a fondo y comienza el forzado escape.
El grupo se desplaza a través de la ciudad realizando maniobras forzadas intentando evitar los obstáculos mientras intentan mantener a raya a las criaturas con Leandro y Jey saliendo por las ventanas disparando con rifles a los seres que se acercaban a ellos. Las criaturas iban saltando entre los rascacielos y edificios tratando de cerrar el paso al vehículo, Leandro y Jey hacían todo lo posible por derribar a las criaturas disparando a su torso sin tener mucho éxito.
Jey mientras recarga su arma dice balbuceando:
-Vamos a necesitar las granadas...
-Ya utilizamos más de la mitad, nos vamos a quedar sin nada -responde Leandro.
-Nos vamos a quedar con esas cosas para siempre si no conseguimos una forma de pararlos -Jey replica a la vez que entra al interior para buscar dentro de un bolso, de su interior quita varias granadas, entrega unas a Leandro y luego se asoma nuevamente por la ventana del automóvil.
Jey y Leandro arrojan las granadas para intentar detener a la multitud principal que se encontraba detrás de ellos, las explosiones parecen entorpecer el avance de las criaturas quienes se ven afectadas por las repetidas explosiones.
Después de una larga huida finalmente logran salir de la ciudad, siguiendo una carretera destruida que avanza en medio de un campo seco, la penumbra que había en el interior de la ciudad se disipa mientras se alejan del sitio. En el interior del automóvil Leandro y Jey se encontraban descansando en los asientos de atrás, Sánchez clavaba aun la vista en el camino, rezando entre dientes para que algo no se apareciera en frente de ellos y la mujer quien ya había dejado de llorar continuaba abrazando sus piernas con los ojos cerrados.
-¿Qué eran esas cosas? -Leandro pregunta luego de un momento de silencio.
-Alguna clase de muertos vivientes... -Jey contesta –y ¿Quién es ella?
-No tengo idea... -Sánchez responde -intento matarme y luego terminamos atrapados en medio de esas cosas.
-¿Qué le hiciste Sánchez? -Leandro pregunta a la vez que se asoma entre los asientos para observar mejor a la mujer.
-Para que sepas fue ella quien empezó todo... yo sólo respondí y le disparé... -Sánchez habla con un tono neutral con la mirada todavía clavada en el camino.
-¡Le has disparado! -Leandro responde para luego dirigirse a la mujer -¿Estás bien?
La mujer solo se limita a observar en silencio a Leandro sin decir ninguna palabra.
-¿Estás lastimada? Podemos ayudar, tenemos algunos insumos médicos... -Leandro insiste y la mujer deja de abrazar las piernas y muestra una mancha de sangre en su torso.
-Que raro -Leandro reacciona al ver la sangre -debería de sangrar mucho más.
-Si la bala está adentro hay que sacarla -Jey interrumpe -Sánchez busca un lugar donde podamos detenernos un momento.
-Apenas y conseguimos escapar y ¿Ya quieres detenerte?-Sánchez replica disgustado.
-Con este camino lleno de baches no vamos a poder hacer nada en forma -Jey intenta no balbucear mientras habla sin lograrlo.
-Detente ahora -Leandro exige con un tono serio a Sánchez.
-Cuando encuentre un lugar decente voy a parar, no te esponjes...
El vehículo continúa avanzando por el camino hasta llegar a unas ruinas de piedra en donde se detienen. Jey ayuda a bajar a la mujer, Leandro sube a un muro con un rifle en busca de alguna amenaza y Sánchez revisa el motor del automóvil tratando de reparar algunos desperfectos.
Leandro mira detenidamente el horizonte en todas las direcciones, el campo de hierba seca se extiende a la derecha y la izquierda, atrás del camino solo se puede ver una neblina oscura en el lugar donde se suponía que estaba la ciudad, adelante del camino que estaban siguiendo se distinguía una elevación del terreno que lleva a una inmensa montaña.
Sánchez consigue una caja de herramientas en el portaequipajes del automóvil, comienza a ajustar algunas cosas en el motor del vehículo tarareando una melodía familiar. Jey se encuentra atendiendo a la mujer quién está recostada en contra de un muro. Leandro mira de reojo a los dos y luego pronuncia:
-Hey tío... ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo?
-Conozco algo de medicina, no soy un doctor pero aprendí por la fuerza al estar en este lugar... hazme un favor y traeme alguna lata con fruta para la señorita...
Jey baja lentamente y estira su mano dentro del vehículo para alcanzar el bolso, quita una lata y camina hacia la mujer y Jey.
-¿Cómo está? -Leandro pregunta.
-Está en estado de shock, deja que coma algo para recuperarse... -Jey contesta mientras abre la lata y se la pasa a la mujer.
-¿Y la herida? -Replica de forma impaciente.
-Tu mismo habías dicho al principio que no sangraba como debería -Jey contesta con un tono de voz normal – llevaba una placa antibalas ya usada... la bala no logró traspasar la piel, es solo una herida superficial.
-¿Todo ese escándalo de hace rato por un simple cortada? -Sánchez interrumpe y pronuncia con la boca llena y una lata en su mano.
-Mira quién habla -Leandro replica con un tono acusador -Fuiste tú el que le disparó y ahora estás tan tranquilo... ¿Qué te ocurre?
-Primero que nada eres tú el que necesita tranquilizarse... la que comenzó todo fue ella y si no fuera porque no sabe contar sus municiones estaría muerto yo y probablemente ustedes también.
-De hecho si no fuera por mí ustedes estarían muertos -Jey interrumpe con un tono serio -Leandro estaba planeando dejarme abandonado cuando desperté y luego lo convencí de ir a ayudar
-Lo que usted diga don inyecciones -Sánchez habla para luego ahogar una carcajada.
-¿Pueden... pueden dejar de discutir? -La mujer interrumpe con con una voz apenas audible.
Todos fijan sus miradas a la mujer quien aún tiene la vista perdida sosteniendo en una mano la lata abierta. Sánchez es el primero en dirigirse hacia la mujer:
-¿Al menos puedes decirnos tu nombre?
-... Soy... Roxana... -pronuncia para luego iniciar a comer lentamente el contenido de la lata.
-Roxana mucho gusto, dejame presentarme yo soy Mariano José Ikal Sánchez de las Rosas pero los cuates me llaman Sancho ellos son...
-Yo soy Leandro Altemiz -interrumpe antes de que Sánchez prosiga.
-Puedes llamarme Jey... dejando a un lado la discusión ¿Qué es lo que piensan hacer ahora?
-Lo mismo de siempre... intentar no morir y seguir huyendo -Sánchez contesta resignado.
-¿Como puedes hablar de esa forma? -Leandro pronuncia -Contestame una cosa ¿Este lugar realmente hizo que se te zafara un tornillo?
-Wey deja de criticarme... ya estuvo bueno, ya fue suficiente -Sánchez parece raro hablando con un tono serio -fijate tu llevas una semanita aquí, yo estoy hace 43... -Sánchez mira su reloj de pulsera y luego corrige –ahora ya son 44 días, ni siquiera viste la mitad de lo que yo he visto. Si supieras cuántas personas el Capitán mando a comer tierra ni siquiera hubieras aceptado formar parte de nuestro grupo. No puedes pretender que vas a salir de la misma forma que entraste a este agujero, es más ni siquiera tienes idea de si lograrás salir de alguna forma. Lo único que puedes hacer es preocuparte por el día de hoy, por seguir respirando en el presente, lo demás si es posible hacerlo lo haces y si no pues... se lo encomiendas a Dios y sigues adelante.
Leandro queda en silencio al escuchar las palabras de Sánchez quien después de terminar su discurso vuelve a su postura normal y continúa comiendo de la lata. Jey suspira profundamente y cuando está por hablar Roxana interrumpe:
-Yo estoy desde hace 6 meses... atrapada... en la ciudad con esas cosas... no entiendo de que están hablando... ¿De qué países son?
-México... -Sánchez vuelve a hablar con la boca llena.
-España -Leandro contesta y Jey guarda silencio.
-¿México...? ¿En dónde queda ese país...? y tú ¿España es una provincia de Hispaliberia?
Sánchez y Leandro se miran extrañados por unos segundos, Sánchez ahora pregunta:
-¿Y tú de qué país vienes?
-Tlankanzey...
De nuevo Sánchez y Leandro se miran aún más confundidos, Roxana al notar su actitud de incredulidad quita su billetera y les enseña su identificación junto con un permiso de conducir.
-Yo puedo explicar esto -Jey interrumpe -ya había intentado explicarles a estos dos cuando nos vimos obligados a huir de un gigante, ella es de un universo diferente al suyo. Este lugar no es su mundo es algo así como un vertedero de los diferentes universos que colapsaron.
-¿Estás bromeando? -Leandro replica – No tiene sentido, no puede ser posible.
Sánchez ríe nervioso y dice:
-Todo lo que ya viste y no crees esta historia, no puede ser... que dudes de algo así.
-¿Tu le crees? -Leandro vuelve a hablar.
-Mira si a mi me dijeran que estoy en coma, que todo esto es un sueño y que al despertar voy a estar sin piernas... me tragaría esa historia sin cuestionar nada.
-¿Y tú cómo es que conoces todo esto? -Leandro ahora dirige su pregunta hacia Jey.
-Llevo muchos años atrapado en este lugar... escuché muchas teorías y por mi experiencia personal esta es la que tiene más sentido.
La mujer observa en silencio la conversación de los hombres, intentando comprender lo que dicen.
-¿Entonces porqué nos dijiste que estábamos en el infierno? -Sánchez pregunta a Jey.
-No te dije eso, -Jey contesta -algunos conocen a este lugar como "Las puertas del infierno" eso fue lo que dije.
-Mira... fijate que ya llevo día y medio sin poder dormir... -Sánchez expresa -no me interesa dónde, ni cómo, ni cuando... solo me interesa seguir con vida. Será mejor que continuemos nuestro camino, ya le hice algunos retoques al motor y el coche no nos va a dar problemas por ahora, así que me haces el favor -Sánchez quita las llaves de su bolsillo y extiende el brazo hacia Leandro – y conduces unos cuantos kilómetros para que yo pueda descansar.
-¿Y a dónde quieres ir genio? -Leandro replica -no importa donde vamos, siempre aparecen cosas que quieren matarnos...
-La verdad que yo tampoco tengo idea -Jey entra en la conversación -las brújulas no sirven en este lugar, las estrellas no son las mismas que conocía en mi mundo y para rematar no hay sol, no hay día ni noche. Ese siempre fue el principal problema de este lugar, no sabemos ni siquiera a dónde huir.
-Yo tengo alguna idea... -Roxana habla en voz baja -sólo debemos continuar adelante, la ruta después de pasar por las montañas se dirige hacia el oeste, o al menos lo que solía ser el oeste.
-¿Y cómo estás tan segura de ir en esa dirección? -Jey pregunta.
-Vi a los ángeles escapar en esa dirección...
Todos se quedan sorprendidos al escuchar, incluyendo Jey quien mira totalmente confundido ante las palabras de la mujer.
-¿Estás segura de lo que viste? -Jey pregunta incrédulo.
-Sus luces atravesaron el cielo arriba de la ciudad, todas esas criaturas se ocultaron de ellos mientras pasaban por encima y se dirigieron en esa dirección, escapando de la oscuridad que invade este lugar.
-Por mi parte no tengo ningún problema -Sánchez interrumpe bostezando -la verdad ya era hora de saber que en este lugar no solo hay criaturas asesinas, zombies, gigantes, monstruos, y cosas feas. Ya me había preguntado porqué todo tenía que ser malo para nosotros.
-La verdad nunca había escuchado hablar sobre ángeles en este lugar en todo el tiempo que estuve aquí -Jey se muestra indeciso.
-Lo importante es avanzar hacia algún sitio, -Leandro expresa -creo que no hay esperanza de algún rescate y tampoco tenemos los suficientes recursos para atrincherarnos en algún lugar gracias a que gastamos más de la mitad de las municiones para rescatar a alguien...
-Ese alguien es el que consiguió un coche para huir como la gente civilizada -Sánchez argumenta.
-Es lo único que podemos hacer ahora -Jey concluye -recarguen sus armas, revisen que todo este en orden y...
-Sí ya sabemos lo que tenemos que hacer -Sánchez interrumpe -no estamos vivos por pura suerte, apurémonos y subamos al auto... ¿Quién va a ser el chófer designado?
-Yo voy a conducir ese automóvil -Roxana dice mientras se pone de pie -también quiero un arma...
-Seguro... -Jey contesta a la vez que quita una pistola de su cinturón y se la da.
-Será mejor que no le quites el ojo de encima -Sánchez le advierte a Jey -no sabemos que tiene planeado hacer por ahora.
-Será mejor que confíes en tus compañeros moreno -Roxana dice con un tono de voz normal intentando recuperarse.
-Sigo vivo porque no me fío de nadie -Sánchez responde bostezando.
Después de concluir con la charla todos abordan el vehículo y proceden a avanzar por el camino. Sánchez se encuentra roncando en el asiento posterior junto a Leandro quien también está durmiendo. La mujer conduce el coche ante la atenta mirada de Jey quien además de vigilarla, observa en todas direcciones en busca de alguna posible amenaza. El automóvil se aleja del valle y va entrando lentamente a la zona montañosa perdiéndose en la extraña bruma que del cielo.