Ya estoy en casa.


La noche era silenciosa, el cielo estaba despejado y la luna brillaba con toda su fuerza. El campo verde se extendía durante cientos de metros y en el fin de este en frente de un espeso bosque se encontraba una casa de madera.
La construcción había sido edificada hace décadas y hoy se encontraba abandonada. En medio de la noche solo la leve brisa rompía el silencio atravesando las rendijas de las tablas carcomidas y húmedas que se desprendían por trozos.
La hierba que crecía alrededor de la casa ocultaba cualquier camino que alguna vez hubo y entre sus raíces yacían los vestigios de un pavimento de rocas colocadas con sumo cuidado durante sus tiempos dorados. Unos pasos a lo lejos se escucharon cuando la noche era más oscura, el sonido de la hierba siendo aplastada pareció silenciar a la brisa y los pasos rítmicos ganaban más relevancia a medida que los segundos pasaban. Su dueño era apenas una sombra visible gracias al resplandor de la luna.
Aquello que se acercaba traía una pesadez que se sentía en todo el ambiente, su andar tosco, pesado y desganado se transmitía con su imagen y el sonido de sus pasos. Al llegar a la entrada comenzó a murmurar... sollozar algunas palabras inentendibles mientras se encontraba mirando el suelo lleno de hierbas. Desde lo lejos se distinguía su silueta ahora ocultada por la casa.
No había nadie en aquel lugar, solamente aquella presencia carente de humanidad que transmitía un lamento apagado. La vieja casa comenzó a crujir, primero solamente fue una tabla que pareció compadecerse de los lamentos de aquel ente lanzando un sonido y seguidamente cada trozo de madera comenzó a retorcerse como si aquella vieja residencia intentara consolar y detener los sollozos de la sombra frente a su entrada principal.
Todo se enmudeció de repente cuando la aparición levanto su mano y toco la perilla de la puerta principal, giró de ella lo más despacio posible despertando así al oxidado mecanismo que emitió un llanto en forma de un penetrante y prolongado sonido metálico. La puerta abriéndose sonó como una trompeta que se escuchó en toda la casa anunciando al visitante que comenzó a caminar hacia adentro con los mismos pasos pesados.
Las puertas se cerraron lentamente y en silencio, en el interior de la vieja casa ahora se escuchaba una respiración pesada y cansada que al suspirar largamente susurro con una voz gruesa pero suave: "Ya llegué casa... ahora puedo descansar..."

4. Escape

Una ciudad llena de rascacielos es iluminada por un extraño firmamento que desprendía un débil resplandor haciendo resaltar la penumbra generada por las colosales edificaciones. En una avenida central se encontraba una multitud de seres de aspecto retorcido compuestos por cuerpos humanos y extrañas extremidades largas y de color negro que le daban un andar sigilosos y rápido.
Un automóvil robusto estaba en frente a la agrupación de seres, en su interior una mujer al volante lloraba con una mirada de frustración e impotencia, acompañándola un hombre moreno con una mirada perdida en dirección a la multitud que se les oponía y amenazaba con un destino menos alentador que la muerte.
El silencioso y tosco avance de los entes hizo reaccionar a Sánchez, quien retomando la conciencia comenzó a disparar contra las cosas que se acercaban:
-¡No es momento de llorar! -Sánchez grita intentando hacer que la mujer reaccione -No te quedes esperando a que vengan por ti... ¡pisa a fondo el condenado acelerador y arrolla a esas cosas!
-¡No entiendes nada! No importa a cuántas logre chocar con el automóvil, vamos a morir de igual forma...
-Deja de pensar en el futuro y concéntrate en el presente, no vamos a llegar a ningún lado si ya decidiste que estamos muertos...
A pesar de las palabras de Sánchez la mujer sigue sin reaccionar y solo se limita a llorar con la mirada hacia abajo, intentando ahogar sus gritos. Al ver que el estado de la mujer no cambiaba y las criaturas se acercaban dejándolos sin opciones para escapar, Sánchez baja del vehículo con una mirada desafiante dando disparos contra las criaturas que se acercaban al mismo tiempo que llegaba al lado de la puerta del conductor. Abriendo la puerta, toma a la mujer y la tira hacia el asiento del acompañante para luego subir en el lugar del conductor y darle las armas a la mujer:
-¡Haz algo útil y intenta disparar! Luego habrá tiempo para llorar y lamentarse... Hoy no es el día que me toca estirar la pata -Sánchez sonríe de manera forzada y aprieta el acelerador a fondo, para luego girar en la dirección contraria.
El automóvil va zigsagueando por la calle a la vez que esquiva las largas extremidades de las criaturas que son incapaces de detener el vehículo a pesar de su superioridad numérica, la mujer por su parte miraba con una expresión perdida y la mirada vacía hacia Sánchez que tenía la mirada clavada en el camino y hacía movimientos bruscos usando el volante con el freno.
El ejército de criaturas perseguían de manera insistente al coche y los esfuerzos de Sánchez por dejarlos atrás eran inútiles. Al aproximarse al extremo de la ciudad pueden apreciar que la multitud de engendros habían estado rodeándolos en vez de perseguirlos, todas las calles en los alrededores del automóvil se encontraban atestadas de multitudes incontables de seres, quienes se habían detenido repentinamente como si estuvieran pendientes de las acciones futuras de Sánchez. Al verse sin escape Sánchez frena para quedarse en el cruce de la avenida central.
Docenas de automóviles destrozados, escombros de todos los tamaños bloqueaban parcialmente las calles, sumado ahora a las miles de criaturas que habían aparecido de la nada bloqueando todos los caminos transitables posibles.
La escena parecía haberse detenido en el tiempo ya que ni Sánchez, ni la mujer o las criaturas reaccionaron durante unos minutos en los cuales el rostro de Sánchez se mantenía inexpresivo, la mujer en cambio seguía llorando en silencio, acurrucada en el lugar del acompañante.
-¡Me lleva la fregada, la tía de las muchachas, la tiznada, la tostada, la trampa, el tren, la tristeza, la trompada...! -Sánchez grita lo más fuerte que puede haciendo que la mujer se sobresalte.
-Te lo dije... -La mujer dice en voz baja -Vamos a morir... no debiste haber encendido la electricidad en el edificio... ¡Todo es por tu culpa!
-No empieces con eso ahora... además fuiste tu la que me disparó primero -Sánchez hace una pausa intentando pensar una forma de escapar -La neta no quiero morir... pero no dan una pinche oportunidad para escapar... ¡¿Porqué la vida tiene que ser tan dura?! -Al decir esto Sánchez comienza a golpear el volante haciendo sonar el claxon del vehículo.
El eco del sonido producía una extraña sinfonía que se podía escuchar en toda la ciudad, las criaturas al escuchar el sonido se retorcían de una manera extravagante sin avanzar hacia sus victimas.
El tiempo siguió corriendo, Sánchez ya se había cansado de golpear el coche, la mujer estaba en un estado de shock con la mirada perdida hacia el piso, abrazando sus rodillas cuando las criaturas comenzaron a avanzar lentamente desde todas las direcciones.
Sánchez al ver esto toma su rifle, presiona el acelerador y gira hacia donde le parecía que había menos criaturas. Comienza a disparar intentando abrirse paso para avanzar, los disparos no son muy efectivos por lo que el vehículo comienza a chocar contra las patas de las criaturas quienes no parecen ser afectadas por ello. El automóvil disminuye su velocidad a causa de los continuos impactos hasta detenerse. Sánchez al ver que su rifle se había quedado sin balas le arrebata de las manos las pistolas a la mujer que seguía sin reaccionar. Las criaturas comenzaron a escupir una especie de baba negra y pegajosa intentando con golpes de sus patas abrirse paso hacia las personas en el carro. Sánchez continuó disparando evitando lo más que pudo que las criaturas se aceraran al vehículo hasta que se le acabaron las balas. Entonces sacando una navaja de sus bolsillos dice:
-Recuerdáme como el hombre que nunca conociste, que siempre cumplía con sus amenazas, como aquel que luchó hasta el final.
-¿Te volviste loco...? -La mujer sale de su trance para decir esas palabras.
Sánchez se predispone a salir cuando se escuchan una serie de explosiones acercándose a ellos, luego los acompañan disparos que van disipando a la multitud de criaturas.
Leandro y Jey aparecen gritando a lo lejos, Sánchez sin perder el tiempo avanza acelerando hacia ellos.
El automóvil se detiene en frente de los dos salvadores, quienes disparan en contra de la multitud sin pausas con sus rifles de asalto llegando a derribar a unos cuantos para luego arrojar unos bolsos al interior del vehículo.
-Habías dicho que ibas a por un coche, no que ibas a acarrear arañas zombies -Leandro dice de forma seria a la vez que abre la puerta del automóvil para subir.
-Faltan 5 minutos para que la manecilla corta llegue al 2 -Sánchez responde.
-Dejen de hablar y larguémonos de esta ciudad -Jey contesta balbuceando de forma rara.
-A sus ordenes don tizo -Sánchez responde a la vez que presiona el acelerador a fondo y comienza el forzado escape.
El grupo se desplaza a través de la ciudad realizando maniobras forzadas intentando evitar los obstáculos mientras intentan mantener a raya a las criaturas con Leandro y Jey saliendo por las ventanas disparando con rifles a los seres que se acercaban a ellos. Las criaturas iban saltando entre los rascacielos y edificios tratando de cerrar el paso al vehículo, Leandro y Jey hacían todo lo posible por derribar a las criaturas disparando a su torso sin tener mucho éxito.
Jey mientras recarga su arma dice balbuceando:
-Vamos a necesitar las granadas...
-Ya utilizamos más de la mitad, nos vamos a quedar sin nada -responde Leandro.
-Nos vamos a quedar con esas cosas para siempre si no conseguimos una forma de pararlos -Jey replica a la vez que entra al interior para buscar dentro de un bolso, de su interior quita varias granadas, entrega unas a Leandro y luego se asoma nuevamente por la ventana del automóvil.
Jey y Leandro arrojan las granadas para intentar detener a la multitud principal que se encontraba detrás de ellos, las explosiones parecen entorpecer el avance de las criaturas quienes se ven afectadas por las repetidas explosiones.
Después de una larga huida finalmente logran salir de la ciudad, siguiendo una carretera destruida que avanza en medio de un campo seco, la penumbra que había en el interior de la ciudad se disipa mientras se alejan del sitio. En el interior del automóvil Leandro y Jey se encontraban descansando en los asientos de atrás, Sánchez clavaba aun la vista en el camino, rezando entre dientes para que algo no se apareciera en frente de ellos y la mujer quien ya había dejado de llorar continuaba abrazando sus piernas con los ojos cerrados.
-¿Qué eran esas cosas? -Leandro pregunta luego de un momento de silencio.
-Alguna clase de muertos vivientes... -Jey contesta –y ¿Quién es ella?
-No tengo idea... -Sánchez responde -intento matarme y luego terminamos atrapados en medio de esas cosas.
-¿Qué le hiciste Sánchez? -Leandro pregunta a la vez que se asoma entre los asientos para observar mejor a la mujer.
-Para que sepas fue ella quien empezó todo... yo sólo respondí y le disparé... -Sánchez habla con un tono neutral con la mirada todavía clavada en el camino.
-¡Le has disparado! -Leandro responde para luego dirigirse a la mujer -¿Estás bien?
La mujer solo se limita a observar en silencio a Leandro sin decir ninguna palabra.
-¿Estás lastimada? Podemos ayudar, tenemos algunos insumos médicos... -Leandro insiste y la mujer deja de abrazar las piernas y muestra una mancha de sangre en su torso.
-Que raro -Leandro reacciona al ver la sangre -debería de sangrar mucho más.
-Si la bala está adentro hay que sacarla -Jey interrumpe -Sánchez busca un lugar donde podamos detenernos un momento.
-Apenas y conseguimos escapar y ¿Ya quieres detenerte?-Sánchez replica disgustado.
-Con este camino lleno de baches no vamos a poder hacer nada en forma -Jey intenta no balbucear mientras habla sin lograrlo.
-Detente ahora -Leandro exige con un tono serio a Sánchez.
-Cuando encuentre un lugar decente voy a parar, no te esponjes...
El vehículo continúa avanzando por el camino hasta llegar a unas ruinas de piedra en donde se detienen. Jey ayuda a bajar a la mujer, Leandro sube a un muro con un rifle en busca de alguna amenaza y Sánchez revisa el motor del automóvil tratando de reparar algunos desperfectos.
Leandro mira detenidamente el horizonte en todas las direcciones, el campo de hierba seca se extiende a la derecha y la izquierda, atrás del camino solo se puede ver una neblina oscura en el lugar donde se suponía que estaba la ciudad, adelante del camino que estaban siguiendo se distinguía una elevación del terreno que lleva a una inmensa montaña.
Sánchez consigue una caja de herramientas en el portaequipajes del automóvil, comienza a ajustar algunas cosas en el motor del vehículo tarareando una melodía familiar. Jey se encuentra atendiendo a la mujer quién está recostada en contra de un muro. Leandro mira de reojo a los dos y luego pronuncia:
-Hey tío... ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo?
-Conozco algo de medicina, no soy un doctor pero aprendí por la fuerza al estar en este lugar... hazme un favor y traeme alguna lata con fruta para la señorita...
Jey baja lentamente y estira su mano dentro del vehículo para alcanzar el bolso, quita una lata y camina hacia la mujer y Jey.
-¿Cómo está? -Leandro pregunta.
-Está en estado de shock, deja que coma algo para recuperarse... -Jey contesta mientras abre la lata y se la pasa a la mujer.
-¿Y la herida? -Replica de forma impaciente.
-Tu mismo habías dicho al principio que no sangraba como debería -Jey contesta con un tono de voz normal – llevaba una placa antibalas ya usada... la bala no logró traspasar la piel, es solo una herida superficial.
-¿Todo ese escándalo de hace rato por un simple cortada? -Sánchez interrumpe y pronuncia con la boca llena y una lata en su mano.
-Mira quién habla -Leandro replica con un tono acusador -Fuiste tú el que le disparó y ahora estás tan tranquilo... ¿Qué te ocurre?
-Primero que nada eres tú el que necesita tranquilizarse... la que comenzó todo fue ella y si no fuera porque no sabe contar sus municiones estaría muerto yo y probablemente ustedes también.
-De hecho si no fuera por mí ustedes estarían muertos -Jey interrumpe con un tono serio -Leandro estaba planeando dejarme abandonado cuando desperté y luego lo convencí de ir a ayudar
-Lo que usted diga don inyecciones -Sánchez habla para luego ahogar una carcajada.
-¿Pueden... pueden dejar de discutir? -La mujer interrumpe con con una voz apenas audible.
Todos fijan sus miradas a la mujer quien aún tiene la vista perdida sosteniendo en una mano la lata abierta. Sánchez es el primero en dirigirse hacia la mujer:
-¿Al menos puedes decirnos tu nombre?
-... Soy... Roxana... -pronuncia para luego iniciar a comer lentamente el contenido de la lata.
-Roxana mucho gusto, dejame presentarme yo soy Mariano José Ikal Sánchez de las Rosas pero los cuates me llaman Sancho ellos son...
-Yo soy Leandro Altemiz -interrumpe antes de que Sánchez prosiga.
-Puedes llamarme Jey... dejando a un lado la discusión ¿Qué es lo que piensan hacer ahora?
-Lo mismo de siempre... intentar no morir y seguir huyendo -Sánchez contesta resignado.
-¿Como puedes hablar de esa forma? -Leandro pronuncia -Contestame una cosa ¿Este lugar realmente hizo que se te zafara un tornillo?
-Wey deja de criticarme... ya estuvo bueno, ya fue suficiente -Sánchez parece raro hablando con un tono serio -fijate tu llevas una semanita aquí, yo estoy hace 43... -Sánchez mira su reloj de pulsera y luego corrige –ahora ya son 44 días, ni siquiera viste la mitad de lo que yo he visto. Si supieras cuántas personas el Capitán mando a comer tierra ni siquiera hubieras aceptado formar parte de nuestro grupo. No puedes pretender que vas a salir de la misma forma que entraste a este agujero, es más ni siquiera tienes idea de si lograrás salir de alguna forma. Lo único que puedes hacer es preocuparte por el día de hoy, por seguir respirando en el presente, lo demás si es posible hacerlo lo haces y si no pues... se lo encomiendas a Dios y sigues adelante.
Leandro queda en silencio al escuchar las palabras de Sánchez quien después de terminar su discurso vuelve a su postura normal y continúa comiendo de la lata. Jey suspira profundamente y cuando está por hablar Roxana interrumpe:
-Yo estoy desde hace 6 meses... atrapada... en la ciudad con esas cosas... no entiendo de que están hablando... ¿De qué países son?
-México... -Sánchez vuelve a hablar con la boca llena.
-España -Leandro contesta y Jey guarda silencio.
-¿México...? ¿En dónde queda ese país...? y tú ¿España es una provincia de Hispaliberia?
Sánchez y Leandro se miran extrañados por unos segundos, Sánchez ahora pregunta:
-¿Y tú de qué país vienes?
-Tlankanzey...
De nuevo Sánchez y Leandro se miran aún más confundidos, Roxana al notar su actitud de incredulidad quita su billetera y les enseña su identificación junto con un permiso de conducir.
-Yo puedo explicar esto -Jey interrumpe -ya había intentado explicarles a estos dos cuando nos vimos obligados a huir de un gigante, ella es de un universo diferente al suyo. Este lugar no es su mundo es algo así como un vertedero de los diferentes universos que colapsaron.
-¿Estás bromeando? -Leandro replica – No tiene sentido, no puede ser posible.
Sánchez ríe nervioso y dice:
-Todo lo que ya viste y no crees esta historia, no puede ser... que dudes de algo así.
-¿Tu le crees? -Leandro vuelve a hablar.
-Mira si a mi me dijeran que estoy en coma, que todo esto es un sueño y que al despertar voy a estar sin piernas... me tragaría esa historia sin cuestionar nada.
-¿Y tú cómo es que conoces todo esto? -Leandro ahora dirige su pregunta hacia Jey.
-Llevo muchos años atrapado en este lugar... escuché muchas teorías y por mi experiencia personal esta es la que tiene más sentido.
La mujer observa en silencio la conversación de los hombres, intentando comprender lo que dicen.
-¿Entonces porqué nos dijiste que estábamos en el infierno? -Sánchez pregunta a Jey.
-No te dije eso, -Jey contesta -algunos conocen a este lugar como "Las puertas del infierno" eso fue lo que dije.
-Mira... fijate que ya llevo día y medio sin poder dormir... -Sánchez expresa -no me interesa dónde, ni cómo, ni cuando... solo me interesa seguir con vida. Será mejor que continuemos nuestro camino, ya le hice algunos retoques al motor y el coche no nos va a dar problemas por ahora, así que me haces el favor -Sánchez quita las llaves de su bolsillo y extiende el brazo hacia Leandro – y conduces unos cuantos kilómetros para que yo pueda descansar.
-¿Y a dónde quieres ir genio? -Leandro replica -no importa donde vamos, siempre aparecen cosas que quieren matarnos...
-La verdad que yo tampoco tengo idea -Jey entra en la conversación -las brújulas no sirven en este lugar, las estrellas no son las mismas que conocía en mi mundo y para rematar no hay sol, no hay día ni noche. Ese siempre fue el principal problema de este lugar, no sabemos ni siquiera a dónde huir.
-Yo tengo alguna idea... -Roxana habla en voz baja -sólo debemos continuar adelante, la ruta después de pasar por las montañas se dirige hacia el oeste, o al menos lo que solía ser el oeste.
-¿Y cómo estás tan segura de ir en esa dirección? -Jey pregunta.
-Vi a los ángeles escapar en esa dirección...
Todos se quedan sorprendidos al escuchar, incluyendo Jey quien mira totalmente confundido ante las palabras de la mujer.
-¿Estás segura de lo que viste? -Jey pregunta incrédulo.
-Sus luces atravesaron el cielo arriba de la ciudad, todas esas criaturas se ocultaron de ellos mientras pasaban por encima y se dirigieron en esa dirección, escapando de la oscuridad que invade este lugar.
-Por mi parte no tengo ningún problema -Sánchez interrumpe bostezando -la verdad ya era hora de saber que en este lugar no solo hay criaturas asesinas, zombies, gigantes, monstruos, y cosas feas. Ya me había preguntado porqué todo tenía que ser malo para nosotros.
-La verdad nunca había escuchado hablar sobre ángeles en este lugar en todo el tiempo que estuve aquí -Jey se muestra indeciso.
-Lo importante es avanzar hacia algún sitio, -Leandro expresa -creo que no hay esperanza de algún rescate y tampoco tenemos los suficientes recursos para atrincherarnos en algún lugar gracias a que gastamos más de la mitad de las municiones para rescatar a alguien...
-Ese alguien es el que consiguió un coche para huir como la gente civilizada -Sánchez argumenta.
-Es lo único que podemos hacer ahora -Jey concluye -recarguen sus armas, revisen que todo este en orden y...
-Sí ya sabemos lo que tenemos que hacer -Sánchez interrumpe -no estamos vivos por pura suerte, apurémonos y subamos al auto... ¿Quién va a ser el chófer designado?
-Yo voy a conducir ese automóvil -Roxana dice mientras se pone de pie -también quiero un arma...
-Seguro... -Jey contesta a la vez que quita una pistola de su cinturón y se la da.
-Será mejor que no le quites el ojo de encima -Sánchez le advierte a Jey -no sabemos que tiene planeado hacer por ahora.
-Será mejor que confíes en tus compañeros moreno -Roxana dice con un tono de voz normal intentando recuperarse.
-Sigo vivo porque no me fío de nadie -Sánchez responde bostezando.
Después de concluir con la charla todos abordan el vehículo y proceden a avanzar por el camino. Sánchez se encuentra roncando en el asiento posterior junto a Leandro quien también está durmiendo. La mujer conduce el coche ante la atenta mirada de Jey quien además de vigilarla, observa en todas direcciones en busca de alguna posible amenaza. El automóvil se aleja del valle y va entrando lentamente a la zona montañosa perdiéndose en la extraña bruma que del cielo.

3. Confusión

La oscuridad cubre el horizonte y una extraña penumbra ilumina un campo de hierba seca que se mueve con las corrientes de un viento frió; unos extraños canales se esparcen por todas las direcciones, su profundidad impide a la poca luz descubrir lo que hay en su interior.
Unos gritos se escuchan a lo lejos en el ambiente, su eco resuena en el vasto paisaje mientras va aumentando su intensidad. En uno de los canales hay 3 personas corriendo, dos de ellos se tapan los oídos con sus manos mientras gritan y maldicen todo lo que se les viene a la mente. El tercero cojea rápidamente, en su rostro se puede notar el dolor que siente.
Los tres corren por una hora aproximadamente para luego detenerse y lanzarse al suelo. Después de un momento de jadeos y lamentos pronunciados entre dientes una linterna se enciende, Sánchez aparece en la oscuridad y alumbra a Leandro y Jey quienes siguen acostados en la tierra intentando recuperar el aliento. Cuando los tres estuvieron calmados una voz se escucha:
-Apaga esa linterna antes de que nos encuentren de nuevo –La voz ronca de Leandro es apenas reconocible.
Sánchez hace caso y apaga la linterna para sumergirse en la oscuridad nuevamente. Pasando unos segundos de silencio pronuncia:
-¿Qué chingados fue eso? ¿Acaso eres una especie de brujo o hechicero?
-No lo soy... –Jey contesta con una voz apagada.
-¿Se te ha ido la olla para hacer semejante cosa? –Leandro se suma –Si no eres un brujo... ¿Cómo has hecho eso?
-Las palabras de una persona tienen más poder de lo que imaginas... -Jey responde con desinterés – solo necesitas saber la combinación exacta de palabras... si hubiera terminado la oda todos estaríamos peor que muertos...
-¿Oda? –Sánchez pregunta confundido.
-Una poesía remotamente antigua que puede ser cantada... -Jey sigue tendido en el suelo como si todas sus fuerzas lo hubieran abandonado.
-¿Quién te la enseño? –Leandro entra en la conversación.
-Es mejor que no sepas algunas cosas... -Jey bosteza mientras habla.
-¿Al menos murió el pedante descomunal? –Leandro pregunta.
-Si tenemos suerte habrá quedado herido de gravedad... como no recite los versos finales no se desato completamente el poder... -Jey continúa.
-¿Te pasa algo? –Sánchez pregunta mientras enciende la linterna para verificar el estado de Jey.
Jey se encuentra tendido en el piso con los ojos en blanco, se encuentra totalmente relajado y semidormido. Entre susurros responde:
-Estoy bien... no pasa nada...
-No estás bien tío ¿Qué es lo que te ocurre? –Leandro pregunta al ver el estado en que se encuentra.
-En serio... no es nada grave... pueden seguir sin mí si es lo que quieren... -Jey contesta balbuceando –Los alcanzare más adelante... no se preocupen por mí
En ese momento Sánchez se pone de pie y Leandro lo sigue, se acercan hasta donde se encuentra Jey para verificar mejor su estado. Al alumbrar con la linterna y revisar sus alrededores pueden encontrar 3 inyectables completamente vacíos a un par de metros de donde Jey estaba acostado. Leandro los recoge y los muestra a Jey a la vez que le dice:
-Mira... no soy ningún experto en drogas pero según te metiste mucha... como sé que no vas a morir de una sobredosis...
-No puedo morir... las drogas no pueden matarme... tú no puedes matarme... Sancho tampoco... nadie puede...
-Está completamente volado el buey –Sánchez se dirige a Leandro -¿Deberíamos dejarlo?
-No lo sé... sé que si somos atacados no tendremos más opción pero por el momento deberíamos cargarlo por el camino –Leandro dice de forma pensativa.
-No tenía opción... -Jey comienza a hablar de forma incoherente –las voces se habían metido en mi cabeza... no soy tan fuerte como todos piensan... no iba a soportarlo de nuevo... los susurros, las visiones del pasado... ¡No me gusta sufrir...! Ustedes no saben... no conocen el tormento... creí que sería capaz de soportarlo... -Jey comienza a sollozar entre palabras.
-Ya amigo –Sánchez se acerca intentando calmar a Jey –no te vamos a dejar, vamos a llevarte con nosotros.
-Las voces... no me las puedo quitar de mi cabeza... -Jey comienza a desesperarse -puedo verlos aquí rodeándome... quieren llevarme de vuelta... no dejes que me lleven... me llevo mucho tiempo escapar... no voy a volver ahí... ¡Los destruiré a todos...! ¡Mi juramento sigue vigente...! ¡Creen que porque solamente soy un hombre van a hacer todo lo que quieran! ¡Acérquense bastardos...! ¡Los aniquilare aunque me tome mil sigl....
En ese momento Leandro le da un fuerte golpe con el puño izquierdo dejándolo inconsciente. Sánchez lo mira y mientras sonríe pronuncia:
-Solución salomónica...
-Ya... no inicies de nuevo con las bromas –Jey pronuncia de forma seria –no pienso cargarlo durante el camino...
-Yo tampoco pero tengo una idea...
Los dos caminan durante kilómetros, llevan a Jey en una camilla improvisada que arrastran por turnos, caminan en silencio escuchando cada sonido sospechoso y buscando amenazas con la vista, lentamente la trinchera en donde se encuentran comienza a abrirse. Los dos avanzan hasta una parte en donde una sección del terreno se había derrumbado, ofreciendo una rampa de ascenso hasta el terreno alto. Se detienen un tiempo para comer algo y beber. Sánchez es el primero en subir para verificar el área en busca de enemigos cercanos. El campo de hierba seca se extiende por kilómetros, a lo lejos en uno de los extremos del paisaje se puede divisar una ciudad de rascacielos totalmente oscura, una extraña nube cubre toda la ciudad. Sánchez quita unos binoculares para ver de cerca, solamente puede ver las ventanas destrozadas, algún que otro cartel de propaganda desconocida. Lo que más produce sobresalto en él es ver lo que parecían ser cuerpos de personas colgados de las ventanas de los edificios, se quedó observando durante algunos minutos para intentar ver movimientos sospechosos para luego descender junto con Leandro.
Cuando está junto con Leandro se le puede ver visiblemente preocupado a Sánchez quien sin perder el tiempo habla:
-¿Qué se supone que hacemos ahora?
-¿Por qué me lo preguntas a mí? No soy el líder ni tengo intención de serlo –dice de forma indiferente mientras bebe de una cantimplora.
-Yo tampoco quiero serlo –Sánchez dice susurrando –pero debemos hacer algo para tener más ventaja, no vamos a durar mucho tiempo si seguimos a pie...
-¿Sugieres ir a por un carro? –Leandro pregunta.
-Sería lo más lógico en este momento... ¿Qué más podemos hacer?
-¿Esperar a que Jey despierte? –Leandro sugiere mientras ve a Jey en la camilla tendido.
-Ni siquiera sabemos si está vivo... -Sánchez habla mientras se acerca a revisar de cerca.
Leandro lo imita e intenta tomar el pulso poniendo sus dedos en el cuello de Jey para luego decir:
-Está muerto...
-No puede ser, déjame probar –Sánchez ubica sus dedos de la misma forma que Leandro y se limita a esperar durante unos segundos.
Luego de un tiempo Leandro al ver que Sánchez no hace ningún gesto le dice:
-Te lo dije, ha palmado... todo por drogarse de más...
-No puede ser... espera un momento... -Sánchez mantiene sus manos por unos minutos, en un determinado instante su cara se ilumina y pronuncia:
-Está vivo...
-No puede ser... es tu imaginación.
Leandro se acerca para tomarle el pulso nuevamente y durante varios minutos recrimina a Sánchez de que su imaginación le está volviendo loco, este a su vez le dice que solamente espere. Leandro intenta convencer a Sánchez de dejar a Jey, e incluso le señala partes para enterrar el cuerpo cuando su rostro se ilumina por sentir el pulso de Jey. Confundido pregunta:
-¿Un latido cada 5 minutos? ¿Quién demonios es este tipo?
-No podemos dejarlo en este lugar, es el único que sabe algo de este maldito infierno.
-¿Qué sugieres entonces?
Sánchez convence a Leandro de ir hasta la ciudad en ruinas, caminando lentamente y arrastrando a Jey se van acercando progresivamente a la ciudad. Leandro parece estar medio dormido mientras cruzan el valle de hierba seca. Una vez que se acercan lo suficiente, los dos se cubren tras una pila de escombros. Leandro parece volver en sí y al ver el estado de la ciudad le reprende a Sánchez:
-Es una mala idea... no hay forma... si entramos ahí vamos a estar más jodidos de lo que ya estamos.
-Nadie te pidió que fueras, tú quédate aquí protegiendo al bello durmiente drogadicto y yo voy a ir allá a encontrar un vehículo –Sánchez contesta a la vez que prepara sus armas, revisa la munición y se despoja de lo innecesario.
-Mira... ¿Ves esto? –Leandro le señala su reloj pulsera –Cuando la manecilla corta llegue al dos me largo de aquí sin ti y dejo al bello durmiente esperando a su príncipe para el beso.
-¿Solamente dos horas? –Sánchez protesta –se nota el aprecio por tu compañero.
Sánchez reúne valor y sale corriendo en dirección a la ciudad, trata de ser lo más precavido posible, cuidando cada uno de sus pasos. En sus manos porta un rifle de asalto militar, intenta avanzar utilizando los restos y lugares destruidos como escondite. El silencio en la ciudad es sepulcral, ni siquiera resuena la brisa entre los edificios destruidos. Sánchez se limita a ver hacia todas las direcciones en busca de un vehículo medianamente utilizable, los únicos que quedan por las calles se encuentran totalmente destruidos, algunos quemados a otros simplemente destrozados y abandonados. Sánchez se detiene para observar los carteles de publicidad gigante que había visto por los binoculares. Uno de ellos está colgando por los rascacielos más altos y se puede observar en ellos una imagen distorsionada del Tío Sam con la siguiente inscripción:
"Menos héroes Más patriotas
Ayuda al gobierno denunciando la actividad ilegal de vigilantes y supuestos héroes, llama al 099-356-7891
Conviértete en un verdadero patriota acabando con la amenaza de aquellos que se creen por encima de la ley. No más muertes por supuestos actos de heroísmo, no más invasores buscando pelea"
Sánchez continua su camino para luego llegar a una avenida central en la ciudad, al mirar hacia el cielo puede ver los cuerpos colgando por cuerdas extrañas, la mayoría de ellos lucen atuendos coloridos con insignias y símbolos llamativos. Sánchez no puede evitar la extrema confusión y habla entre dientes:
-¿Qué demonios pasó en este lugar...?
Sánchez sigue su camino, se fija en uno de los edificios de aspecto más lujoso y se dirige hacia él. Al llegar a la entrada guarda su rifle de asalto y desenfunda en su lugar dos pistolas, entra mirando a todas las direcciones. El lugar se encuentra totalmente en ruinas, la decoración y las paredes se encuentran cubiertas de grafiti. La recepción central es un tiradero de muebles rotos apilados e invertidos simulando ser barricadas. Sánchez acompaña la vista con sus dos pistolas mientras escanea cada rincón posible del edificio. En el fondo de la recepción central se encuentran unos 8 elevadores, tres de ellos con las puertas abiertas y rastros de sangre en su interior, uno de ellos solamente contiene los cabos de acero del ascensor. Sánchez se limita a revisar el interior de los 8 ascensores, al ver que no había nada útil, busca la entrada a las escaleras hasta encontrarlas y desciende con cautela hacia el aparcamiento subterráneo. La luz no llegaba al primer subsuelo por lo que cuidadosamente, quita su linterna y comienza a recorrer el lugar en busca de un automóvil en buenas condiciones. La mayoría se encontraba con las llantas pinchadas y los vidrios rotos por lo que continúa avanzando en plena oscuridad hasta llegar a un punto donde se encontraba una caja de seguridad con un cartel que decía: Peligro Alta Tensión. Solamente por instinto Sánchez procede a abrirlas y a accionar las llaves que se encontraban en ese lugar.
Sánchez queda sorprendido al ver que las luces del estacionamiento subterráneo comienzan a encenderse una por una, dejando ver un amplio lugar con docenas de coches abandonados. Ahora con más confianza comienza a recorrer cada uno de los bloques en busca de alguno que satisficiera sus expectativas. En el fondo ve algo que llama su atención, un automóvil grande y robusto que se encontraba en un estado decente en comparación a los demás, se encontraba estacionado en la última fila del último bloque.
Sánchez revisa el lugar mientras avanza hacia el fondo, dirige la vista por cada pequeño rincón, revisa el interior de cada uno de los choches abandonados intentando a la vez encontrar algo útil para llevar. Finalmente llega hasta el automóvil, da una vuelta rápida alrededor de él para asegurarse de que no le falte lo necesario para funcionar. Seguidamente intenta abrir las puertas para ingresar al interior sin tener un resultado positivo. Se dispone a romper la ventana del asiento del conductor cuando un disparo suena en todo el estacionamiento, Sánchez se tira al piso y empieza a buscar cobertura detrás de las columnas de concreto.
El eco del disparo se desvanece por completo luego de unos segundos, Sánchez lentamente asoma la cabeza solo para volver a recibir un disparo en su dirección pero esta vez se escucha a una persona corriendo, acercándose rápidamente en su dirección. Cada vez que Sánchez asoma la cabeza se escuchan disparos y se ven balas impactar cerca de él.
Los pasos se detienen a unos metros de Sánchez, quien aspira profundamente aire, levanta ambas manos con las armas y dice:
-Que quede bien en claro que tú te lo buscaste... -al terminar de pronunciar las palabras se lanza apuntando hacia el lugar donde había escuchado los últimos pasos y dando disparos, la persona que estaba al otro lado lo imita y responde a los disparos mientras cae al piso.
Su adversario era notablemente más delgado que Sánchez y vestía un abrigo de cuerpo completo además de llevar gafas y una pañoleta que le cubría toda la cabeza. Sánchez falla todos sus disparos y mientras se dispone a atacar nuevamente siente en su espalda el cañón de un arma, cierra sus ojos y espera lo que el destino tenía preparado para él.
Los segundos parecen prolongarse más de lo habitual hasta que escucha el sonido del mecanismo accionado por el gatillo, en ese momento Sánchez se había entregado por completo pero jamás se escuchó el disparo. Para cuando el sonido del gatillo se produce otra vez, Sánchez da una vuelta y dispara en contra de la otra persona que cae en el suelo inmóvil.
El disparo había acertado en medio del tórax del extraño, Sánchez se acerca rápidamente a la vez que patea el arma y verifica el estado en el que se encuentra el agresor. Cuando se percata que todavía está vivo procede a patearlo un par de veces a la vez que dice:
-Parece que la suerte no es tu amiga –Sánchez vuelve a patear al sujeto quien se queda en el piso tratando de cubrirse –No tengo idea de quien seas pero necesito unas respuestas antes de matarte, empezando por quien eres... -Dicho esto Sánchez se inclina y remueve bruscamente la tela que cubría el rostro de su adversario. Por un momento se queda en shock al ver una cara de frustración y rencor de una mujer de pelo castaño y corto.
-¿Una mujer? –Sánchez queda confundido y pensativo durante unos segundos para luego decir murmurando–Me lleva... ¿ahora me convertí en un golpeador de mujeres?
-¡Si vas a hacer algo, hazlo ya! –La mujer grita con una expresión de nerviosismo –Ya deben saber en dónde nos encontramos.
-¿De qué me estás hablando? –Sánchez mira con desconfianza.
-¡No tenemos tiempo para esto! Si vas a disparar este es el momento –la mujer no demuestra ningún tipo de temor hacia Sánchez –de otra forma ninguno de los dos vamos a salir vivos de este lugar...
-No voy a caer en ninguno de tus trucos –Las palabras de Sánchez se ven silenciadas al momento de sentir un temblor en todo el edificio, pero este temblor no era como los demás que había sentido, era como si un ejército innumerable se encontrara corriendo hacia ellos.
-¿¡Ya estás seguro de que no es ninguna mentira!? –La mujer se incorpora rápidamente sin dejarse intimidar por Sánchez quien sigue extremadamente confundido con la escena –Mira... -La mujer busca en sus bolsillos y quita una llave –son las del auto que querías robarme, te las doy a cambio de que me lleves contigo.
-No lo sé... -Sánchez duda un momento para luego tomar las llaves –Espero que no sea ninguna mentira pero por las dudas... -Sánchez vuelve a dar las llaves a la mujer –Conduces tu y si llega a ocurrir algo raro puedes despedirte de este mundo.
-Como quieras moreno –La mujer toma las llaves de forma presurosa y se dirige hacia el vehículo –será mejor que te apures o no vamos a contar esta historia.
Sánchez se dirige hacia el auto sin dejar de apuntar con su pistola en ningún momento a la misteriosa mujer. Ambos suben al automóvil, la mujer enciende el motor y se apresura a salir de una forma frenética del estacionamiento subterráneo del edificio esquivando todos los restos y despojos que había en el camino con una destreza increíble.
El vehículo sale del edificio con dificultad hacia la calle en donde repentinamente se apaga su motor y se detiene de forma brusca. El temblor se había detenido para ese momento y un extraño silencio se sentía en la avenida principal de la ciudad destruida.
-Voy a comenzar a contar hasta 5 –Sánchez interrumpe el silencio a la vez que le hace notar a la mujer que le está apuntando de cerca con dos pistolas –no me hace ninguna gracia que intenten verme la cara de tonto.
-¡Puedes solo cerrar la boca! –La mujer grita de forma desesperada –ya nos vieron, será mejor que apuntes esas cosas hacia el enemigo...
La mujer intenta volver a encender el motor mientras gira la llave de forma rápida y presiona el acelerador innumerables veces. Sánchez solo mira la escena con una expresión de desconcierto total.
-Buen teatro... uno... -Sánchez cambia su actitud por una más seria –dos...
-¡Dios! ¡Si yo muero tú también! –La mujer comienza a gritar y a maldecir con todas sus fuerzas – ¡No tienes idea de lo que se acerca! ¡Si tan solo hubiera tenido más tiempo para reparar este pedazo de porquería no estaríamos en este lío!
-Tres... –Sánchez continúa sin inmutarse.
De repente, la poca luz que iluminaba el cielo comienza a apagarse dando paso a una penumbra extremadamente inquietante, luego de unos segundos el temblor vuelve de forma gradual lo que pone aun más nerviosa a la mujer.
- ¡No quiero morir! –La mujer grita a la vez que intenta desesperadamente de encender el auto.
-Cuatro... -Sánchez sigue contando.
En una de las esquinas de la avenida principal una sombra hace su aparición, su aspecto es de una persona con 8 extremidades exageradamente largas las cuales usa para desplazarse caminando por las paredes y el piso. Sánchez al darse cuenta de la escena grita de forma poco varonil:
-¿Qué es eso?
-¡No sé ni quiero averiguarlo! –La mujer contesta –Me escondí durante meses intentando reparar este automóvil para huir de este infierno.
La figura humanoide se acerca con pasos agigantados mientras la mujer continua intentando encender el automóvil. Sánchez duda por un momento en sus acciones finalmente quita la mano derecha por la ventana y con la izquierda sigue apuntando a la mujer a la vez que dice:
-Es mejor prevenir que lamentar... -seguidamente comienza a disparar hacia la figura.
Las balas no parecen afectarle en lo mínimo, aunque algunos disparos de Sánchez fallan el delgado y estirado cuerpo de la criatura los que aciertan simplemente se pierden dentro de la carne de sus extremidades sin siquiera afectar el movimiento de estas. La compañera de Sánchez quien continuaba gritando y maldiciendo de forma desesperada consigue luego de un largo intento encender nuevamente el motor. Su reacción es rápida tras escuchar el sonido del motor, procede a acelerar y huir en dirección contraria a la extraña criatura.
Estando a unos 300 metros del lugar de huida, Sánchez interrumpe el silencio tenso entre los dos:
-No quisiera abusar de tu amabilidad pero viendo que yo soy el que tiene las pistolas apuntándote... necesitamos ir por unos amigos... están en la dirección de dónde vino esa cosa...
La mujer que para ese entonces estaba un poco más calmada voltea para mirar por unos segundos a Sánchez con una expresión de desprecio infinito para luego pronunciar:
-No. De ninguna manera, si quieres puedes matarme ahora pero no hay forma de que vuelva... no tienes idea de lo que he pasado en este infierno de ciudad... ni siquiera volvería por mi mamá... si aún estuviera viva...
-No quiero tener que hacer esto pero... –Sánchez apunta firmemente hacia la cabeza de la mujer, acercando el cañón de la pistola hasta tocar su piel –no tienes ni idea de lo que hay afuera de esta ciudad ni de lo que yo he pasado así que... uno... esta vez solo va a ser hasta tres...
-No me voy a dejar intimidar... -La mujer comienza a lagrimear y su voz se rompe como si estuviera tratando de contener el llanto –no te atreverías a hacerlo...
-Dos...Todas las mujeres son iguales... siempre usan la misma táctica para conseguir lo que quieren...ya te dije que no me gusta tener que hacer esto...
-Llegué tan lejos para nada... seguramente tus amigos ya están muertos... nada puede contra esas cosas... vamos a morir en vano...
-Nunca lo sabremos si no lo intentamos... -Sánchez traga saliva y luego pronuncia: Tres...
El eco del disparo rebota en los distintos edificios produciendo una extraña sinfonía. El automóvil se encuentra completamente detenido, Sánchez se lamenta mientras se puede observar como su cabeza está pegada contra el parabrisas. La mujer se encuentra inmóvil sin rastros de daño alguno, había frenado en el exacto para evitar el disparo de Sánchez, sin embargo la causa se encontraba frente a ellos. Incontables seres iguales del que habían escapado se encontraban obstaculizando el camino.
La mujer se limpia las lágrimas y dice:
-Vamos a morir de todas formas...